martes, abril 17, 2007

Hélice














el ciervo (fragmento) tecnica mixta en caja de madera
30 cm x 20 cm año 2004












Hélice(fragmento)hojas de libros y alfileres 20 x 15 cm. 2005
Helice R.Graves y los mitos griegos









Instalación islas del significado

















Vista de la instalación






Rubén Grau recupera el olvidado arte del libro

por Jorge Glusberg "target="_blank">


Interesado en las relaciones entre imagen y palabra, Rubén Grau presenta dos muestras en Roma sobre este vínculo temático. En el Centro Cultural Laboratorio Contumaciale de Roma, expone “Observatorio de la Prosa”, trabajos conceptuales de poesía visual integrados por páginas de poesía intervenidas por el artista, y “Poética del silencio” (auspiciado por Eduardo Grüneisen), en el Palacio Santa Croce IILA (Instituto Italoamericano de Cultura), dirigido por la argentina Irma Arestizábal.
La palabra y el libro son personajes protagónicos en las obras de Grau, nacido en Buenos Aires, en 1959: el arte es también la escritura de la historia y una versión creativa de los conflictos sociales. “Entrelíneas” está realizada con hojas de libros, madera y clavijas de guitarra que cuando se accionan, modifican el texto.

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“Collar para construir poemas”, hojas de libros, sauce, roble, avellano, hilo de plata y ébano; se destacan también las tapas de libro con espejos de “Paisaje-Pasaje”, o la instalación con 27 hojas de libros “Poesía apofática”.
El libro nació como arte. La invención del pergamino, a comienzos del siglo II a. C., llevó al códice, generalizado en Europa más de quinientos años después: estos volúmenes de hojas sueltas unidas por uno de sus bordes y encerradas entre dos tapas, anunciaban al libro que llegó con la imprenta y el papel, a partir de mediados del XV, hasta adquirir sus características definitivas a lo largo del XVII.
Durante doce siglos, el códice fue una forma de la creación estética. Creación colectiva, pues era el resultado del trabajo intenso y fecundo de verdaderos artistas, dueños de un oficio aquilatado y una invención prodigiosa: los copistas, que se ocupaban de transcribir el texto, con lapiceras de pluma de ave; los diseñadores de las iniciales de capítulos y parágrafos, y los ilustradores, a cuyo cargo quedaban las iluminaciones, pequeñas obras de arte.
El libro perdió su investidura de obra de arte al aparecer la industria editorial, en la segunda mitad del XIX. De ahí, el movimiento encabezado en Gran Bretaña, en 1891, por
William Morris
, para devolver al libro su perdida de condición estética. Poeta y artista, Morris desarrollaba sus ediciones en una prensa manual y se ocupaba de la encuadernación, además de diseñar sus propias tipografías.
No nos puede extrañar, entonces, que desde hace varias décadas los artistas hayan vuelto al libro como un nuevo espacio creativo, con total libertad en el empleo de materiales, elección de formas y vías expresivas, acudiendo tanto a las antiguas manualidades como a las modernas tecnologías: imágenes pintadas o digitales, fotos, recortes periodísticos, objetos domésticos o inventados, piezas de metal o madera, y aun ediciones tradicionales rescatadas del olvido. Otros trabajos de Grau en torno a la recuperación de la palabra, el verbo, son “Casa del olvido”, utilizando gomas de borrar, “Casa de Leteo”, jabón blanco, “Casa del poeta”, realizadas con cera, ramas y espejo.
“El espacio captado por la imaginación ya no puede seguir siendo el espacio indiferente entregado a las mediciones del agrimensor. Es espacio vivo, concentra ser en el interior de sus límites”, escribió
Gaston Bachelard
en “La poética del espacio”. Este es el concepto que Grau plantea en “Las moradas”.......(Texto completo en)


arte contemporaneo
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